Conversión del agua en vino
Las Bodas de Caná
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
Capítulo 2, 1 - 11
Y al día tercero se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y como faltase el vino, dice a Jesús su madre: "No tienen vino". Y le dice Jesús: "¿Qué tenemos que ver tú y yo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a los que servían: "Todo cuanto él os diga, hacedlo. Había allí seis tinajas de piedra, destinadas a la purificación de los judíos, cada una de las cuales podía contener de dos a tres metretas. Les dice Jesús: "Llenad de agua las hidrias". Y las llenaron hasta arriba. Y les dice: "Sacad ahora y llevadlo al maestresala". Y lo llevaron. Mas cuando gustó el maestresala el agua hecha vino y no sabía de dónde era, pero lo sabían los que servían, que habían sacado el agua, llama al esposo el maestresala y le dice: "Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están ya bebidos, pone el peor; tú has reservado el vino bueno hasta ahora.
La tempestad calmada
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
Capítulo 8, 23 - 27
Se subió después a una barca, y le siguieron sus discípulos. De repente se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Se le acercaron para despertarle diciendo:
-¡Señor, sálvanos, que perecemos!
Jesús les respondió:
-¿Por qué os asustáis, hombres de poca fe?
Entonces, puesto en pie, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. Los hombres se asombraron y dijeron:
-¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?
Multiplicación de los panes y de los peces
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Capítulo 14, 13 - 21
Al oírlo Jesús se alejó de allí en una barca hacia un lugar apartado él solo. Cuando la gente se enteró le siguió a pie desde las ciudades. Al desembarcar vio una gran muchedumbre y se llenó de compasión por ella y curo a los enfermos. Al atardecer se acercaron sus discípulos y le dijeron:
-Este es lugar apartado y ya ha pasado la hora; despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprarse alimentos.
Pero Jesús les dijo:
- No hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer.
Ellos le respondieron:
- Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
Él les dijo:
-Traédmelos aquí.
Entonces mandó a la gente que se acomodara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta que quedaron satisfechos, y de los trozos que sobraron recogieron doce cestos llenos.
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Caminar sobre las aguas
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Capítulo 14, 22 - 27
Inmediatamente Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirla, subió al monte a orar a solas. Cuando se hizo de noche seguía él solo allí. Mientras tanto la barca ya se había alejado de tierra muchos estadios, sacudida por olas, porque el viento era contrario. En la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos caminando sobre el mar, se asustaron y dijeron:
-¡Es un fantasma!- y llenos de miedo empezaron a gritar.
Pero al instante Jesús habló:
- Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo.
Entonces Pedro le respondió:
- Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
- Ven- le dijo él.
Y Pedro se bajó de la barca y comenzó a andar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero al ver que el viento era muy fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, se puso a gritar:
- ¡Señor, sálvame!
Al instante Jesús alargó la mano, lo sujetó y le dijo:
- Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
Y cuando subieron a la barca se calmó el viento. Los que estaban en la barca le adoraron diciendo:
- Verdaderamente eres Hijo de Dios.
La curación de un paralítico
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Capítulo 9, 1 - 8
Subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad. Entonces, le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
- Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.
Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: Este blasfema. Conociendo sus pensamientos, dijo:
- ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir?: Tus pecados te son perdonados, o decir :levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados- se dirigió entonces al paralítico-, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se atemorizó y glorifico a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.
La curación de un ciego
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
Capítulo 8, 22 - 26
Llegan a Betsaida y le traen un ciego suplicándole que lo toque. Tomando de la mano al ciego lo sacó fuera de la aldea, y poniendo saliva en sus ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo? Y alzando la mirada dijo: Veo a los hombres como árboles que andan. Después puso otra vez las manos sobre sus ojos, y comenzó a ver y quedó curado, de manera que veía con claridad todas las cosas. Y lo envió a su casa diciendo: No entres ni siquiera en la aldea.
La curación de un leproso
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Capítulo 8, 1 - 4
Al bajar del monte le seguía una gran multitud. En esto, se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo:
- Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y extendiendo Jesús la mano, le tocó diciendo:
- Quiero, queda limpio.
Y al instante quedó limpio de la lepra.
Entonces le dijo Jesús:
- Mira, no lo digas a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.
La curación de un endemoniado
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
Capítulo 8, 28 - 32
Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le fueron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie podía transitar por aquel camino. En ese momento se pusieron a gritar diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para atormentarnos? Había lejos de ellos una gran piara de cerdos que pacían. Los demonios le rogaban diciendo: Si nos expulsas, envíanos a la piara de cerdos. Les respondió: Id. Y ellos salieron y entraron en los cerdos. Entonces toda la piara corrió con ímpetu por la pendiente hacia el mar y pereció en el agua.
La resurrección de Lázaro
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Capítulo 11, 1-4; 38-44
Había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro había enfermado. Entonces las hermanas le enviaron este recado: Señor, mira, aquel a quien amas está enfermo. Al oírlo, dijo Jesús: Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios
(...)
Jesús, conmoviéndose de nuevo, fue al sepulcro. Era una cueva tapada con una piedra. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, la hermana del difunto, le dijo: Señor, ya hiede, pues lleva cuatro días. Le dijo Jesús: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Quitaron entonces la piedra. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas, pero lo he dicho por la multitud que está alrededor, para que crean que Tú me enviaste. Y después de decir esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, sal afuera! Y el que estaba muerto salió atado de pies y manos con vendas, y el rostro envuelto con un sudario. Jesús les dijo: Desatadle y dejadle andar.
La resurrección de la hija de Jairo
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
Capítulo 5, 22 - 23; 35 - 36; 38 - 43
Viene uno de los jefes de la sinagoga de nombre Jairo, y, al verlo, se echa a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: mi hija esta en las últimas. Ven, impón tus manos sobre ella para q se salve y viva.
(...)
Todavía estaba él hablando, cuando llegan desde la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas ya al Maestro? Jesús, al oír lo que hablaban, dice al jefe de la sinagoga: No temas, tan sólo ten fe.
(...)
Llegan a la casa del jefe de la sinagoga, y ve el alboroto, y a los que lloraban y a las plañideras. Y al entrar, les dice: ¿Por qué alborotáis y estáis llorando? La niña no ha muerto, sino que duerme. Y se reían de él. Pero él, haciendo salir a todos, toma consigo al padre y a la madre de la niña y a los que le acompañaban, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: Talita qumi, que significa: Niña, a ti te digo, levántate. Y en seguida la niña se levantó y se puso a andar, pues tenía doce años. Y quedaron llenos de asombro. Les insistió mucho en que nadie lo supiera, y dijo que dieran de comer a la niña.